Contenido aportado por la Revista Campo Andino
Dirige la Inspección que administra una red hídrica de 600 km, de la cual se proveen más de 200 campos de cría bovina entre Bowen y Canalejas, al Sur de la provincia.
Fue electo el primer inspector de cauce del primer acueducto ganadero de Mendoza, lo que viene a consolidar otra faceta de la organización de los productores pecuarios del secano semiárido de la provincia andina.
El hecho, por otra parte, irrumpe en el esquema de administración del agua con una finalidad (específica) que -probablemente- quienes legislaron en esta materia en la segunda mitad del siglo XIX, no imaginaron.
Mendoza -como ocurre en otras provincias cordilleranas- es un territorio con un régimen de lluvias muy escaso. El agua disponible cada año depende de las precipitaciones de nieve durante el invierno (y de los apocados reservorios de los glaciares, que siguen en retroceso), y discurre por la superficie y por cursos subterráneos.
CÓMO SE ADMINISTRA
La posibilidad de abastecer a poblaciones y cultivos depende de cuán ordenada sea la administración del recurso y de un criterio de distribución heredado de los pueblos originarios otrora dominantes (desde el Perú hacia el Sur), que fue dotado de creciente complejidad por los colonos, con el paso de los siglos.
La administración del agua en Mendoza es potestad del Departamento General de Irrigación, un organismo público descentralizado y autárquico, que tiene jerarquía constitucional. Su máxima autoridad, el superintendente, es elegido -a propuesta del Poder Ejecutivo de la Provincia- por acuerdo del Senado mendocino. De modo que la institucionalidad es un rasgo distintivo, también en este ámbito de la vida mendocina.
Por mandato constitucional, el organismo tiene como misión gestionar el recurso hídrico junto a la comunidad de usuarios, que participan a través de las Inspecciones de Cauce, cerca de 150 en toda la provincia.
Son las unidades de gestión que administran las redes secundarias de riego y, si bien son autárquicas, están sujetas al control legal y presupuestario que ejerce el Departamento General de Irrigación.
USUARIOS / REGANTES
Lo cierto es que, en los oasis de Mendoza, hablar de usuarios es relativamente menos frecuente que hablar de regantes, denominación seguramente devenida de la relevancia que ha tenido -y sigue teniendo- la agricultura en la matriz productiva de la provincia.
Porque la verdad es que, así sea para mantener el jardín, en esos espacios de los que la producción agrícola continúa siendo desplazada por desarrollos inmobiliarios, el agua que discurre por las acequias, se usa para regar. Para regar los cultivos, básicamente.
ES UN CASO ATÍPICO
El asunto es que -y aquí viene el punto- el territorio que nos ocupa no es un oasis, ni hay qué cultivos regar en el secano semiárido. Así, los usuarios del acueducto ganadero (y de los que le sucederán al que se extiende entre Bowen y Canalejas, en General Alvear, al Sur de la provincia) no podrían ser denominados regantes. Porque el agua que lleva es para consumo animal.
Ese ducto -que demandó una inversión de $ 320 millones, financiada por el Estado provincial- es el primero (único que está operativo) de una serie de tendidos similares que surcarán (de poniente a naciente) buena parte de la franja Este de la geografía mendocina; y es el primero que tiene su Inspección de Cauce la que, ahora, ya tiene autoridades.
César Rigoldi, reconocido médico veterinario de la zona, productor ganadero (a cargo del establecimiento familiar «Don Humberto», en el paraje La Mora), fue electo inspector de la Inspección de Cauce del Acueducto Ganadero Bowen-Canalejas.
Será acompañado en su gestión por otros tres alvearenses, referentes del sector pecuario en la zona: Alejandro Viñolo (Establecimiento «El Clarín») que lo secunda como subinspector, y -como delegados- dos productores con campos en Los Huarpes: Darío Martínez y Alfredo Van Houten. Aunque el propio Rigoldi aclara que «somos cerca de veinte productores que estamos en esto».
CASI 1 MILLÓN DE HECTÁREAS
En diálogo con Campo Andino, Rigoldi detalló que los establecimientos a los que provee el acueducto (y que, por lo tanto, quedan en jurisdicción de la Inspección que conduce), suman «una superficie de 940.000 hectáreas».
Apuntó que «son 600 km de tubería, divididos en 5 ramales: el de la Ruta 188, Los Huarpes; Corral de Lorca; La Mora Norte y La Mora Sur, con sus derivaciones… hasta el punto de entrega, fuera de cada establecimiento», para abastecer a «un total de 206 usuarios».
Hoy en día hay 137 usuarios conectados, y se siguen sumando algunos todos los meses. Para los productores que tenían algún sistema de distribución interno -del agua extraída con molinos- la inversión fue (relativamente) menor, porque el costo que debieron asumir fue el que demandó el tendido necesario para llegar desde la borna (el punto de entrega) hasta empalmar con la red interna.
El circuito inicia con dos bombas que extraen el agua desde una profundidad de 120 metros y la envían a un reservorio, en un predio situado cerca de la localidad de Bowen (unos 15 km al Este de la ciudad de General Alvear). Otras tres bombas la elevan a un tanque (a 12 m de altura), y desde allí se carga el acueducto.
MANTENIMIENTO Y MÁS OBRAS
El Dr. Rigoldi aclaró que no tienen una estructura como una Inspección convencional (como maquinaria y personal, por ejemplo), pero subrayó que el objetivo es el mismo: «llevar adelante la administración del recurso, gestionar el mantenimiento de todo el sistema, y avanzar en la ejecución de obras, porque queda mucho por hacer».
Hizo foco en el mantenimiento de la red («un servicio que decidimos tercerizar», aclaró) para «estar atentos a posibles roturas; al funcionamiento de las válvulas respiradoras y las reguladoras de presión; o detectar eventuales deficiencias en el funcionamiento de los hidrómetros, porque se mide el consumo».
Es que, cada dos meses miden el volumen de agua consumida, y en base a esa medición se cobra la parte móvil. Eso, aparte del canon fijo (por hectárea) que deben pagar todos los usuarios, aunque todavía no estén conectados.
AHORA CAMBIA LA ECUACIÓN
Rigoldi puso sobre relieve la importancia del acueducto («una obra que veníamos pidiendo desde más de 20 años», dijo), por su impacto positivo para la producción ganadera de toda esa región.
«El agua tiene por destino el consumo animal», remarcó, y explicó que cambia totalmente la ecuación de la actividad. Es que «el agua de la zona, normalmente tiene entre 8 y 10 gramos de sal por litro, y la que entrega el acueducto viene con 1,2 g/litro… prácticamente nada».
Subrayó que «el hecho de disponer de agua de buena calidad permite generalizar, en la zona, la aplicación de herramientas de manejo como -por ejemplo- el destete anticipado, porque mientras más joven es el animal, mejor tiene que ser el agua».
ERA COMO DARLES «SAL INGLESA»
El profesional y productor alvearense recordó que «el tipo de agua se clasifica de acuerdo a las sales totales que contiene, y las más complicadas son las que presentan sulfatos y cloruros, y nosotros tenemos valores muy altos de sulfatos».
«Ofrecerle al animal un agua (como la que tenemos naturalmente en la zona) con 10 gramos de sal por litro, es como darle sal inglesa (que, básicamente, es sulfato de magnesio)», indicó. Entonces, «una vaca que consuma 40 litros de agua por día, en verano, está ingiriendo el equivalente a 400 gramos de sal inglesa, lo que deriva en diarreas profusas, que son de alto riesgo».
Con mayor razón, «un ternero no puede consumir esa agua, porque entraría en un círculo vicioso: toma agua y le da diarrea; se empieza a deshidratar, le da más sed, toma más agua y so le acelera la diarrea…. hasta que se muere».
De manera que, «teniendo buena agua y habiendo pasto en el campo, con un suplemento de balanceado se puede ir llevando ese ternero hasta los 200 ó 250 kilos, sin necesidad de sacarlo a una finca del oasis irrigado (porque no todos tienen esa opción) ni verse obligado a venderlo con 100 kilos» de peso.
Así, «con esta obra mejora mucho el panorama», destacó César Rigoldi, pero advirtió que «la premisa es cuidar el agua porque no es un bien infinito; y teniendo presente, en todo momento, que es solamente para los animales».
Desde unos kilómetros más al Norte, todo este proceso es seguido de cerca por productores pecuarios del Este de San Rafael, donde avanza el segundo acueducto ganadero en territorio mendocino. En este caso, el que unirá Monte Comán con La Horqueta.
Pero sobre este tema volveremos en próximos días, porque será interesante conocer cómo van las obras de este nuevo tendido, que ya está en ejecución.